Adrián Vázquez.
Durante décadas, Europa se ha acomodado a depender de terceros países para el suministro de materias primas esenciales. Del Congo obtenemos el cobalto; de China, el magnesio; de Australia, el litio; y de Turquía, el boro. La pandemia, la creciente tensión geopolítica y la acelerada transición digital y energética han demostrado que este modelo de importación ilimitada ya no es viable. No puede haber verdadera soberanía sin control sobre los recursos que alimentan nuestras industrias.
Sin embargo, pese al pesimismo generalizado, Europa dispone de muchos más recursos dentro de sus propias fronteras de los que solemos reconocer los europeos. Y Galicia es uno de los mejores ejemplos. Desde el litoral atlántico hasta el interior ourensano y lucense, Galicia concentra 18 de los 34 minerales considerados críticos por la Comisión Europea. Según un informe de la Universidad de Santiago de Compostela encargado por la Xunta, la explotación responsable de esta riqueza mineral podría alcanzar un valor de 45.000 millones de euros.
Europa debe creer en sí misma y defender con decisión sus intereses. Y Galicia ofrece recursos, talento y compromiso en un momento en el que el proyecto comunitario necesita actuar con determinación en la escena global. Contamos con universidades de primer nivel, empresas punteras y una sociedad civil comprometida con el desarrollo sostenible. Si alineamos estos esfuerzos con una visión europea ambiciosa, el resultado será una Galicia próspera que contribuya decisivamente a una Europa fuerte.
Para avanzar hacia estos objetivos, es imprescindible que todas las administraciones públicas —desde las locales hasta las europeas—, impulsadas por la sociedad gallega, trabajemos unidas en defensa del futuro de prosperidad que tenemos ante nosotros. La riqueza minera no es un billete de lotería escondido bajo nuestros pies: es una oportunidad que exige determinación, audacia y unidad. Nuestra tradición de trabajo y rigor demuestran que estaremos a la altura.
Galicia lo tiene todo para convertirse en un referente de minería moderna, limpia y responsable. La UE necesita a Galicia tanto como Galicia necesita una Europa consciente de sus intereses y capaz de defenderlos en un mundo que ya no espera a nadie. No bastan las grandes declaraciones sobre la «autonomía estratégica»: debemos construir esa Europa con voz en el mundo desde las regiones que pueden aportar capacidades reales. Somos uno de esos territorios llamados a desempeñar un papel pivotal, no solo como proveedor clave, sino como epicentro de una revolución industrial sostenible y tecnológica.
Si trabajamos juntos, podremos demostrar algo que los gallegos ya sabemos: Galicia siempre ha estado en el borde de Europa, pero que nuestra riqueza natural, nuestro talento y nuestra capacidad de esfuerzo nos sitúan hoy en el centro de la cadena de valor europea.