Rubén Lorenzo.
Si uno hace un repaso histórico al proceso de implantación de diferentes industrias en Galicia y a los postulados que defendía cada formación política al respecto, le resultará fácil comprobar quién apostó en todo momento por el futuro y la riqueza de nuestra Comunidad y quien, por el contrario, siempre pensó sólo en su rédito electoral dejando de lado cualquier coherencia o interés ciudadano.
Y, en el caso concreto de la industria eólica, cada día está más claro quién trabaja por consolidar Galicia como una potencia en energías renovables y quién, por el contrario, pasó del apoyo máximo al bloqueo máximo en función de hacia dónde soplaba el viento.
El viento sopla ahora para el BNG en la dirección de oponerse a la instalación de parques eólicos bajo el argumento de un supuesto “expolio” de nuestros recursos naturales por parte de una “oligarquía”. Pero hace unos años soplaba en el sentido contrario y, a la vista de lo que conocimos en los últimos días a través de El Debate, hubo un tiempo en el que no les importaban tanto esos recursos siempre y cuando los oligarcas formaran parte de la órbita del independentismo gallego.
Las informaciones que se publicaron estos días dejan en evidencia los vínculos entre el BNG y los impulsores de la actual ofensiva judicial contra la tramitación de parques eólicos. Por una parte, empresarios que en su día eran adjudicatarios de contratos eólicos durante lo Bipartito y ahora ejercen de activistas antieólica en organizaciones ecologistas. Por otra, abogados de militancia nacionalista que se beneficiaban directa o indirectamente de esos mismos contratos y ahora firman gran parte de las demandas contra el mismo sector.
Un entramado que deja en evidencia, una vez más, el cinismo y la hipocresía de un BNG cuyo ecologismo finaliza donde comienzan sus intereses particulares en el sector de las energéticas. El cinismo y la hipocresía de un partido que, en definitiva, antepone siempre sus propios intereses a los de los gallegos y gallegas.
La ciudadanía gallega demanda —o por lo menos merece— unos representantes políticos con la integridad suficiente como para no poner en juego su futuro por meros intereses partidistas y que, sobre todo, en todo momento actúen con coherencia y transparencia. Especialmente cuando se trata de cuestiones tan importantes como la gestión de nuestros recursos energéticos.
Porque la coherencia y la transparencia deben ser los pilares sobre los que se construya la política energética de Galicia y es responsabilidad de todos los partidos políticos trabajar juntos para garantizar un futuro sostenible y justo para nuestra Comunidad.
En el Partido Popular hemos demostrado siempre un compromiso firme con el desarrollo de proyectos energéticos sostenibles que respeten el medio ambiente y beneficien a la sociedad. Ahora llegó el momento de que el BNG, empezando por Ana Pontón, aclare su postura y deje de lado unas contradicciones que solo sirven para confundir a la ciudadanía y obstaculizar el progreso de Galicia.